miércoles, 24 de diciembre de 2008

Amores que matan


Hay amores que es mejor dejarlos pasar, perderse, disolverse en el agua, diluirse en la espuma del mar.
Hay amores que es mejor matarlos, desangrarlos, abrirlos y sacarles el corazón palpitante con la fuerza de nuestras manos y un grito de rabia.
Hay amores que es mejor olvidar, cerrar el libro que contiene su historia, tirarlo por una ventana tan alta que cuando toque suelo no quede nada, ni el polvo de las páginas.
Hay amores indestructibles, inasibles y vampíricos, tan aferrados a nuestra piel que habría que arrancarla para que desapareciera su olor.
Hay amores que no son nada y que nos engañan con su falsa cara, con su gesto de apoyo, con su mirada cálida.
Hay amores que todo lo prometen, y apenas hemos vuelto la cabeza han olvidado sus palabras.
Hay amores pasionales sin esperanza, esperanzas de amores sin pasión, pasiones enamoradas de la esperanza.
Hay amores gato, amores girafa, amores elefante, amores dragón, y hay amores perro.
Hay amores que, finalmente, matan.

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