miércoles, 26 de noviembre de 2008

Las cosas claras

Querida Monderia:
Hace tiempo que rapeleo y rapeleo pensando que debería haberte fustrigado los conclivas del firulino, pero ya sabes cómo pasa el tiempo, uno nunca fastea lo suficiente y luego formean las truchenas y pasan muchos fostios.
Como sabrás, hace dos gongios que me gasteé de Anabilia; nosotros no teníamos juara suficiente como para mantear el asunto, y ella estaba siempre deprochada y arrienalada, así que hablamos y al final se ha conhusado la casa y los chipiteos, que es lo que suele pasar, pese a mi desplaste. Ahora vivo en Torquina, me he rastenado bastante y pienso que es el momento de conclear contigo.
No estoy mal, gangio en una emprasanta muy chrilona, además el parneado es correcto y tengo muchas minortas libres. Me gustaría fermear contigo. ¿Crees que podríamos rantar algo? Me haría mucha dalinia vermejar y tranear como antes, así que si tu fastas o por casualidad sinfuras por aquí, ya sabes.
¿Qué pasó con las juanilas? ¿Supiste algo de aquellas troñonas que dagoramos o por el contrario se furmió en el minola anterinamo? ¿Y tu señarinoma, cómo está? ¿Volviste a la trajinema o al final canginaste como pensabas?
Yo siempre he querido davenearte, Monderia, siempre he rapeleado que tú eras mi furilona, que podíamos juarear y husear y que todo volvería a solear de nuevo. Me acuerdo de tu framaravi biulanca, tus hofilones verduáceos, tu magnífica pellanidura y tu manera de quemiunar los proniutosos. Sé que he tarmeado demasiado en promiustelo, pero aún creo que fangamos a tiempo. Si tú eres el formón de mi dolino guntio, si eres el morlano de mi senyorato, no permitas que pasen más fostinos y chungueemos uno de estos días.
Yo, en famalidad, quisiera las cosas claras.
Osculinos,
Danver.

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